Cosas que no soporto



Cosas que antes me gustaban o pasaba de ellas, y ahora me aburren soberanamente:


  • Un partido de fútbol en la tele. Buf!, antes era capaz de verlo aunque no soy muy futbolero, pero ahora no lo soporto ni cinco minutos. Como dice el niño del anuncio de fuet: "qué lentos".

  • Los libros ladrillo. Antes era una cuestión de orgullo personal, y si empezaba uno lo tenía que acabar, aunque fuese de esos en los que tardaban 12 páginas en describir una habitación por la que pasaba el protagonista, y donde ni siquiera se quedaba.

  • El ruido en el cine. ¿Quieren recuperar público? Pongan salas donde esté totalmente prohibido llevar manduca y comentar la peli con el vecino.

  • La mala educación en las colas. Colarse, echarle morro, buf, me pone malo.

  • El trato vejatorio de cierta gente con dependientes, camareros u otro tipo de personal. La gente cree que por estar "sirviéndote" han de ser serviles y la diferencia es muy gorda.

  • El "yo quiero" constante de los niños consumistas. Párate al lado de una tienda de golosinas y hazte la peor sangre del mundo. Una decena de cada diez niños pasan por ahí y entonan la jaculatoria: "yo quiero" "nik nahi dut".

  • Las reuniones de vecinos. Los saludos cordiales en el ascensor se convierten en espumarrajos en la boca en cuanto se juntan todos.

  • ... (continuará)


He preguntado a gente de mi edad provecta y aún más jóvenes, y parece que coincidimos en demasiadas cosas. Será que cuando te vas haciendo mayor adquieres y refinas muchas manías, pero yo tengo alumnos de 12 años que Monk a su lado es un bendito. Seguro que entre los que pasáis por aquí apuntáis alguna más de la que no me acuerdo.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Veo tu apuesto de los libros-tocho y la subo a la de las pelis de más de hora y media o a aquellas que, durando menos, son profundas... como un pozo séptico.

No soporto la frase "Te iba a llamar yo", ni las sonrisas en las que se lee "cuánto me carga este tío"...

Tampoco a los descubridores de la gaseosa, los que responden a la definición "Ni una mala palabra ni una buena acción", los ingratos, los cuatro por cuatro para ir a comprar pan, los que creen no reconocerán ni a tiros que el cine dogma les aburre -que son los mismos que se ríen de chistes que no han entendido-, los seguratas que se creen Steven Seagal, los que dicen a las chicas 'pasa tú delante' para mirarlas el culo, los ligones de playa, especialmente cuando actúan lejos de las playas y más todavía si no se tienen por ligones de playa, la risa de Aznar, el tonillo de José Ramón de la Morena, el mío cuando me escucho en algunas grabaciones, los hoteles donde no hay habitaciones de fumadores o aquellos en los que te hacen pagar el wifi a precio de caviar...

Mira, ahora que lo pienso: sigo en mi blog un día de estos...
MiKeL ha dicho que…
Genial Javi V. Y sí, pon un post de estos de "cosas que me repatean" en tu blog y vas a ver la calaña de gente que escribimos por ahí. Creo que salvo en lo de los hoteles y fumadores, estamos de acuerdo en todo. Va a tener razón una chica que tengo muy cerca sobre nuestra relación de amor-odio. ;-)
Segi horrela!
Kanif Beruna ha dicho que…
Monk es un bendito al lado de cualquiera. ¿Por qué será que siempre detestamos más cosas de los demás que de nosotros mismos?
Anónimo ha dicho que…
No soporto la mentira y/o las opiniones tendenciosas de algunos (¿todos?) los medios de comunicación.
No soporto que, en los ascensores del edificio más alto de Bilbao, si entras o sales antes que una mujer, te malmiran todos los ¿compañeros/as?.
No soporto que mi vieja tenga una pensión de risa, cuando se está despilfarrando NUESTRO dinero en otros asuntos 'politícamente correctos'.
En definitiva, me es absolutamente insoportable lo políticamente correcto.

Javi V, mkl, kanif, un abrazo.
Anónimo ha dicho que…
Me sumo a casi todas vuestras listas de cosas insoportables(o no soportadas al menos por nosotros) y añado:
- el que no te dejen salir del metro porque pretenden entrar antes que tu salgas.
- el que alguien se meta casi por entre tus piernas para conseguir asiento en cualquier medio de transporte público y luego o te mire con una sonrisita de "lo conseguí" o mire hacia el otro lado como si no te hubiera visto.
- los centros comerciales llenos los fines de semana...
-que te echen de los hoteles a las 12 de la mañana
-que en un autobus de largo recorrido (soy asidua al Bilbao-Madrid-Bilbao)alguien saque un bocadillo de chorizo(verídico)

Uf, ahora que lo pienso, podría seguir un buen rato(me estaré convirtiendo en una gruñona amargada?), así que para compensar dire algo que me encanta, QUE MAÑANA SEA FIESTA EN MADRID!. JEJE, y me pensare el crearme un blog para seguir la lista...
MiKeL ha dicho que…
Para Vero, Balen y kanif:

Vero: con tu tierna edad seguro que no tienes tantas manías como los de edad avanzada aunque tú siempre has tenido un olfato muy afinado para ver cómo se pasaba la gente.

Balen: ¿Has leido los cuentos esos políticamente correctos? Seguro que te afilan los colmillos:
http://www.fortunecity.com/victorian/ferndale/165/cuentospoliticos.htm

kanif: ¿Será por lo de la paja en la mano ajena, uyy, en el ojo ajeno, y no en el propio?

Balen, kanif, os presento a Vero, otra ex-alumna de Portu a la que veis mucho en la tele porque hace anuncios y catálogos de moda. Mona que es ella, y como veis, escribe muy bien y lee como una posesa.
MiKeL ha dicho que…
Balentxu, que no se ve el link. Te pongo un cuento entero, políticamente muy correcto, claro:

Cuento: Caperucita roja

Colección: Cuentos infantiles políticamente correctos

Autor: James Finn Garner

Erase una vez una persona de corta edad llamada Caperucita Roja que vivía con su madre en la linde de un bosque. Un día, su madre le pidió que llevase una cesta con fruta fresca y agua mineral a casa de su abuela, pero no porque lo considerara una labor propia de mujeres, atención, sino porque ello representa un acto generoso que contribuía a afianzar la sensación de comunidad. Además, su abuela no estaba enferma; antes bien, gozaba de completa salud física y mental y era perfectamente capaz de cuidar de sí misma como persona adulta y madura que era.

Así, Caperucita Roja cogió su cesta y emprendió el camino a través del bosque. Muchas personas creían que el bosque era un lugar siniestro y peligroso, por lo que jamás se aventuraban en él. Caperucita Roja, por el contrario, poseía la suficiente confianza en su incipiente sexualidad como para evitar verse intimidada por una imaginería tan obviamente freudiana.

De camino a casa de su abuela, Caperucita Roja se vio abordada por un lobo que le preguntó qué llevaba en la cesta.

- Un saludable tentempié para mi abuela quien, sin duda alguna, es perfectamente capaz de cuidar de sí misma como persona adulta y madura que es -respondió.

- No sé si sabes, querida -dijo el lobo-, que es peligroso para una niña pequeña recorrer sola estos bosques.

Respondió Caperucita:

- Encuentro esa observación sexista y en extremo insultante, pero haré caso omiso de ella debido a tu tradicional condición de proscrito social y a la perspectiva existencial -en tu caso propia y globalmente válida- que la angustia que tal condición te produce te ha llevado a desarrollar. Y ahora, si me perdonas, debo continuar mi camino.

Caperucita Roja enfiló nuevamente el sendero. Pero el lobo, liberado por su condición de segregado social de esa esclava dependencia del pensamiento lineal tan propia de Occidente, conocía una ruta más rápida para llegar a casa de la abuela. Tras irrumpir bruscamente en ella, devoró a la anciana, adoptando con ello una línea de conducta completamente válida para cualquier carnívoro. A continuación, inmune a las rígidas nociones tradicionales de lo masculino y lo femenino, se puso el camisón de la abuela y se acurrucó en el lecho.

Caperucita Roja entró en la cabaña y dijo:

- Abuela, te he traído algunas chucherías bajas en calorías y en sodio en reconocimiento a tu papel de sabia y generosa matriarca.

- Acércate más, criatura, para que pueda verte -dijo suavemente el lobo desde el lecho.

- ¡Oh! -repuso Caperucita-. Había olvidado que visualmente eres tan limitada como un topo. Pero, abuela, ¡qué ojos tan grandes tienes!

- Han visto mucho y han perdonado mucho, querida.

- Y, abuela, ¡qué nariz tan grande tienes!... relativamente hablando, claro está, y su modo indudablemente atractiva.

- Ha olido mucho y ha perdonado mucho, querida.

- Y... ¡abuela, qué dientes tan grandes tienes!

Respondió el lobo:

- Soy feliz de ser quien soy y lo que soy -y, saltando de la cama, aferró a Caperucita Roja con sus garras, dispuesto a devorarla.

Caperucita gritó; no como resultado de la aparente tendencia del lobo hacia el travestismo, sino por la deliberada invasión que había realizado de su espacio personal.

Sus gritos llegaron a oídos de un operario de la industria maderera (o técnicos en combustibles vegetales, como él mismo prefería considerarse) que pasaba por allí. Al entrar en la cabaña, advirtió el revuelo y trató de intervenir. Pero apenas había alzado su hacha cuando tanto el lobo como Caperucita Roja se detuvieron simultáneamente.

- ¿Puede saberse con exactitud qué cree usted que está haciendo? -inquirió Caperucita.

El operario maderero parpadeó e intentó responder, pero las palabras no acudían a sus labios.

- ¡Se cree acaso que puede irrumpir aquí como un Neandertalense cualquiera y delegar su capacidad de reflexión en el arma que lleva consigo! -prosiguió Caperucita-. ¡Sexista! ¡Racista! ¿Cómo se atreve a dar por hecho que las mujeres y los lobos no son capaces de resolver sus propias diferencias sin la ayuda de un hombre?

Al oír el apasionado discurso de Caperucita, la abuela saltó de la panza del lobo, arrebató el hacha al operario maderero y le cortó la cabeza. Concluida la odisea, Caperucita, la abuela y el lobo creyeron experimentar cierta afinidad en sus objetivos, decidieron instaurar una forma alternativa de comunidad basada en la cooperación y el respeto mutuos y, juntos, vivieron felices en los bosques para siempre.
Anónimo ha dicho que…
Mikel, gracias por el cuento, pero espero (deseo) que la sociedad no haya llegado a tal grado de estupidez, en la que se tenga que leer (escribir) en esos términos.
Aunque me parece que 'en ello andamos'.
Recuerdo un hilo en el blog de JV en el que otro periodista decía (más o menos) que, en base a lo políticamente correcto, iban a tener que acabar escribiendo "Una persona muerta", sin más datos ni comentarios para no 'herir' ninguna sensibilidad.
Un abrazo.
P.S. Yo que quería permanecer oculto en tu blog con otro nick, y vas tú y me desenmascaras...:-)))
Kanif Beruna ha dicho que…
Mikel, esta peli de dibujos animados, que se estrenó hace un par de años, trata el cuento de caperucita de un modo parecido y muy actual.
http://www.labutaca.net/films/41/hoodwinked1.htm

Os la recomiendo a todos.
salud.
MiKeL ha dicho que…
Kanif, no se lo digas a nadie de la SGAE, pero ya la tengo y está muy bien. También tengo el de Cenicienta, y el libro del que salen todos me duró un par de horas.

Oye, además de soldaditos ¿puedes hacer antimilitaristas? Ya sabes, pancarta en mano y eso JAJAJA
Anónimo ha dicho que…
Jo*** Kanif, este Mkl no da puntada sin hilo, eh?

Por cierto Mkl, esta mañana estaba tan somnoliento que ha hecho que nuestro saludo haya sido tan somero. Pero estoy seguro de que nos veremos en mejores circunstancias y con más tiempo libre para charlar.

Un saludo.

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