No hemos aprendido nada, de nuevo la guerra en Europa
En 1986 estuve muy activo en el referéndum de la OTAN, mi labor proselitista en aquel mundo casi sin ordenadores ni Internet se basaba en el boca a boca, en intentar convencer al mayor número posible de gente de la locura de meternos en una estructura militar frente a otra tan armada como la de olor yanki. Las intervenciones finales de Felipe González, con las patillas debidamente maquilladas, diciendo que dimitiría si no ganaba el Sí, pudieron más y salió un Sí condicionado a no entrar en la estructura militar cuando todo el mundo sabía que aquello era una patraña. Algo hicimos bien por aquí, el "NO" triunfó en cuatro comunidades: Cataluña, País Vasco, Navarra y Canarias. Pero no, no voy a echar la culpa a la OTAN de esta nueva guerra, al menos no toda la culpa, que los uniformados siempre andan revolviendo por ahí y algo habrán hecho.
Las invasiones se han hecho desde que el mundo es mundo, y hasta entre los animales se dan y se parecen a nuestras guerras, y sí, hablo de mis favoritas las hormigas. Además, el modo de actuar las bacterias también se podría asimilar a una invasión, tal cual lo hacen los virus que tan de moda se han puesto en estos pasados años. Se invade terreno ajeno para obtener recursos naturales, para dominar vías de comunicación, para exterminar al enemigo, y casi da un poco igual si el motivo es económico, étnico, religioso, nacionalista, militarista o expansionista, lo cierto es que la invasión sucede y los invadidos sufren muerte y destrucción.
Recuerdo el golpe de conciencia que supuso la otra guerra que ocurrió en Europa no hace tanto, aquella donde aprendimos a situar en el mapa a Croacia, Bosnia, Serbia y Eslovenia, y desde donde escuchábamos tambores de guerra demasiado cercanos. En mi grupo antimilitarista se produjeron varios cismas seguidos, personas con pocas dudas de ser noviolentos y con una trayectoria impecable hablaban de romper el embargo de armas a los bosnios, de armarles para que se defendieran del ataque serbio. Otra gente estaba apoyando la labor de las mujeres de negro y su lucha pacífica en pleno conflicto y con las bombas cayendo muy cerca de ellas, otra gente apelaba a Gandhi, en fin, como ahora en la izquierda europea, nadie sabía cuál era la salida adecuada cuando en la ecuación estaban los ejércitos. Y ese es el problema.
Cuando falla la diplomacia, las sanciones, cuando se deja de escuchar al otro, cuando alguien decide movilizar a los que disparan, ya es muy difícil despejar la incógnita y la ecuación se vueve endiablada.
Voy a hacer un inciso. El guionista bilbaino @mimesacojea escribió un fabuloso Podcast que hoy se vuelve a poner de moda, se llama Guerra 3 y se puede disfrutar en este enlace. Todos los capítulos empiezan con la peculiar voz de Adriana Ugarte que recita lo siguiente:
¿Cómo empieza una guerra?
Las guerras empiezan mucho antes del primer disparo.
Durante décadas creímos que las guerras mundiales eran cosas del pasado, que una tercera guerra mundial nos destruiría a todos y nadie deseaba tal cosa.
Eso creíamos todos, eso creía también yo.
Por supuesto, estábamos equivocados.
Vuelvo. No, no tengo la solución. No sé cómo parar una guerra, nunca lo he sabido.
Probablemente sabría cómo no iniciarla, cómo establecer vías de diálogo entre contendientes antes del primer disparo, del primer misil, pero una vez iniciada quedan otras herramientas que no sabemos si van a funcionar. La que está aplicando Occidente contra Rusia es la que sabe perfectamente que una guerra es carísima, y que si no hay dinero para alimentar la cadena de suministros, para recuperar las armas que se pierden o se rompen, o si los ricos de ese país empiezan a sufrir mucho, puede que se precipite un cese de hostilidades.
Otra variable que solía funcionar en tiempos pretéritos es descabezar al supuesto líder, como si sólo fuera Putin el que mandara en su país, o al otro líder, eso que en las películas se ha llamado una ejecución quirúrgica que haga cambiar el rumbo de los acontecimientos, muy de guión de Hollywood que no hace más que copiar viejas técnicas romanas de "follow the leader" hasta que la palme.
Queda otra variable, la rendición del invadido, ya sea por dominio abrumador del invasor, ya sea por falta de apoyos o por ambas cosas a la vez. O la otra variable, retirada del invasor por agotamiento y falta de apoyo interno.
Y aún hay más factores que añadir a la ecuación. Puede que China vea peligrar su imperio comercial en una sociedad capitalista con una guerra en sus entrañas y se decida a hablar con el primo de Zumosol para que deponga su actitud, que los "chines" no están llegando a los "chinos".
Todas son conjeturas, de lo que vemos en las noticias gran parte hay que ponerlo en cuarentena, ya sabéis el topicazo de "en la guerra la primera víctima es la verdad".
De momento yo leo de todo, economistas frotándose las manos porque una nueva guerra fría (o templada como ésta) dará pingües beneficios a los mercados y disparará, nunca mejor dicho, el desarrollo de tecnología de defensa-ataque. Leo a la izquierda pegándose y dando un ejemplo pésimo de noviolencia. Leo a militares con sus sesudos análisis de guerras pasadas, veo directos de millennials que lo saben todo y no saben de nada, escucho opiniones de personas que hasta ayer eran expertas en virología y hoy dominan lo que es un C90-CR, y no, no tiene que ver con Cristiano Ronaldo. Mi próxima reflexión la haré ya en el otro blog, en eztabai.info , tal vez cuando pasen unos días y veamos que la cosa se estanca, avanza, retrocede o tal vez observemos el brillo de los hongos atómicos muy cerca. Seamos optimistas, en este mundo tan conectado los "acontecimientos" duran un parpadeo y tal vez nos perdamos el siguiente capítulo.
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