Un relato sobre la colonización de Marte que mandé a Radio Skylab
La gente que hace el Podcast Radio Skylab propuso a su docta audiencia escribir relatos sobre la colonización de Marte. Hace unos meses ya publicaron los que había mandado la gente sobre Encelado y lo hicieron aquí. Tienen que ser de menos de 500 palabras y con el tema propuesto como horizonte, así que me puse por la labor, pero se me fue la cabeza a un juego de palabras, trufé el relato de guiños frikis y monté una película con un final apropiado. Bueno, "apropiado" igual no es la palabra.
Colonización de
Marte, o no.
Fecha estelar
5027.3, en el calendario preFederación 10 junio 2328
No
pudo ser. Lo intentamos de todas las maneras posibles pero no
funcionó. Se intentó enviar naves con personas al vecino Marte, pero
la radiación freía a ambas, a las naves y a las personas. Se
hicieron mil estudios para terraformar el planeta rojo pero todos
fracasaron: o poca agua, o la omnipresente radiación por falta de
campo gravitatorio estable, o los fiascos en establecer colonias
protegidas bajo el duro subsuelo marciano. Curioso, teníamos una
tecnología avanzada que nos había permitido viajar hasta los
confines del Sistema Solar, habíamos visto y respetado las formas de
vida que generaba Europa en sus mares, congelados en superficie,
tuvimos la tentación de terraformar Venus (otro bluf), mandamos
naves veloces en todas las direcciones, pero no pudimos salir con
bien de nuestro planeta.
En
esa fecha, la población humana se había estabilizado en 12.000
millones de personas y al menos 10.000 millones disponía de
saneamientos estilo primer mundo, esto es, inodoros donde descomer,
luego veremos la importancia de este dato. Un científico escocés
descubrió y perfeccionó la teletransportación, pero no iba a ser
como en las películas de finales del siglo XX. No, no se podían
enviar personas, sólo objetos inanimados y ni siquiera muy grandes,
pero sí podían viajar millones de kilómetros, más o menos los que
separan nuestro planeta y Marte. Igual vais captando la idea.
La
Tierra tenía un problema. 10.000 millones de personas a 350 gramos
de heces diarias son muchas toneladas al día, unos 3 millones y
medio, una inmensa montaña de caca. Los sistemas en el planeta azul
colapsaban, y además la población tenía la pésima costumbre de
limpiarse con toallitas que olían muy bien pero que atascaban mejor
todas las redes de saneamiento. Salvo en Japón, que seguían con su
sistema de las tres conchas, el resto del planeta sucumbía ante la
montaña de basura que salía del colon de los humanos. Pero a
alguien se le encendió una bombilla. Umm, colon, colon... Ya que no
podemos “colonizar” Marte en el sentido clásico, hagámoslo de
otra manera.
La
empresa de los herederos de Elon Musk se encargó de todo. Con varios
lanzamientos de sus naves automatizadas, logró colocar en la cumbre
del monte marciano Olympus, lo que sería el gran receptor de lo que
enviara la Tierra. La bautizaron como Estación “Mark Watney”. 23
kilómetros de cuesta empinada hasta la superficie marciana eran
suficientes para hacer rodar todas esas toneladas de heces. Por su
parte, en nuestro planeta y antes del envío, la mercancía era
liofilizada en las depuradoras y así recuperábamos toda su agua que
luego trataríamos para aprovecharla. La parte sólida que quedaba se
teletransportaba a Marte desde las propias estaciones de saneamiento,
y así se hacía de una forma elegante la COLONización. El tercer
planeta del Sistema Solar solucionó su problema, y de chiripa igual
“terraformamos” el planeta rojo, cosas más difíciles se han
visto.
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